De los 5 solo quedan 4.

No seremos los más populares ni ahora, ni cuando nos conocimos. A pesar de tener dinero jamás lo presumimos y mucho menos nos interesaban las marcas. Siempre compartimos a lo más que podemos y si alguien necesita algo lo ofrecemos sin preguntar la fecha en la que se va a pagar el favor. Nos vemos muy poco, mantenemos contacto por internet. Podremos estar juntos para divertirnos peleando e insultándonos los unos a los otros, con burlas hirientes, otras cuantas solo forman parte del humor negro o con juegos de palabras, pero nunca nos insultamos en el lugar común que cualquier otro haría. Somos inteligentes y humildes, nos gusta hablar acerca de lo que sabemos y hemos descubierto gracias a Internet, libros, revistas, el maestro, la vida misma. Nunca iniciamos pláticas con un “¿cómo estás? ¿qué haces?” sin hacerlo saber, tenemos en cuenta que los temas que caen en el lugar común deben estar afuera del tema de conversación, buscamos renovarnos todo el tiempo, saber más y más, o de lo contrario no aprender nada y saber divertirnos. Tal vez no seamos los más atletas, pero esas son banalidades, lo que nosotros buscamos es sentirnos bien con nosotros mismos, así cueste creer que el mejor ejercicio está en los dedos. Odiamos esa cultura tan pop que por desgracia nos absorbe, escuchar la música que pone la mierda que es Mtv o peor aún Telehit no nos complace, necesitamos otras canciones. No es ser hipster, pero qué mal suena toda esa música que habla de lo mismo, con el mismo ritmo, con el mismo pseudo artista.

La maldición persiste; cuando nos conocimos éramos 5, después se fue uno del que nunca supimos más, en seguida otro sería expulsado de la escuela, luego uno terminaría sus estudios pues en alguien debía caer la maldición de fracasar de los tipos. Sin embargo, hoy estoy por verlos, saber de nuevo de ellos y seguramente terminar frustrado entre carcajadas y gritos ofensivos, pero ahí, en mi grupo de amigos, personas que no he sabido encontrar en otro lugar, en ningún lugar.