16 oct 2011

Schrödinger



-Nos vemos

La puerta se cerró como era costumbre, un clac que se dejaba escuchar, producto de la chapa resbalando por ese espacio dedicado a mantenerla segura detrás de ese gran pedazo de metal. Protegiéndola de todo ese mundo feroz en el que me encontraba yo. Su casa se convertía entonces, en el punto rojo que contrastaba con este mundo gris, únicamente delimitada por las bardas que la rodeaban.

Mi regreso decidí hacerlo a pie. El tiempo que diferenciaba su casa de la mía era perfecto para complacer a mi mente con respecto a lo que pasaba detrás de esa puerta. Podía caminar con los ojos abiertos, pero con la mente en otro lado; en ella:

Cuando me daba la vuelta para alejarme de su casa, ella contaba las horas con la ayuda del sol. Le gustaba crear figuras con la sombra para así entretenerse solo hasta que yo regresara. Tenía señal de Internet en su computadora, y al llegar a casa, ella esperaba ansiosa por responder a mis mensajes; todo, desde su puerta.

Mantenía un sofá escondido en su bodega, y cuando me despedía ella lo sacaba únicamente para estar más cómoda, buscaba sombra, en caso de que no hubiera, ella sacaba una sombrilla y se disponía contenta a leer cuentos con el afán de comparar la ficción con nuestra realidad. “Y vivieron felices por siempre” se reía de esas tonterías, pues ella sabía que nosotros habíamos superado tal cosa; porque no vivimos en el futuro, vivimos del presente y somos felices.

Cuando cerraba esa puerta desaparecía; simplemente dejaba de existir y no había nada más, sino hasta que yo regresaba a tocar su puerta. Se rehacía; cada célula se volvía a unir para formar a tan perfecta humana.

Detrás de su puerta estaba viva y muerta, me amaba y me odiaba, me recordaba y me tiraba en el olvido, era todo sin ser nada. Yo estaba viendo el mundo por fuera de su casa, mientras ella dejaba de ser parte de la realidad. Llegué a mi casa, pasé por mi sala, por las escaleras, me recosté en la cama; saqué mi celular y comencé a escribir:

“Me encantó este día a tu lado, espero estés bien y que mañana sea aún mejor. Te Amo.”

Observé mi techo en busca de esas imágenes que solían aparecer por ninguna otra razón más que el capricho de mi mente. Sentí cómo mi cama empezaba a vibrar a causa de mi celular. Lo tomé y en la pantalla apareció su nombre:

“Muchas gracias por todo, me la pasé de maravilla contigo. Eres mi todo. Te Amo.”

Volvía a existir, en un montón de puntos que juntos formaban cada letra de su nombre, señales de vida que me demostraban que aún era ella. La realidad no era solo verla, sino creer que existía.

7 oct 2011

Día con el Doc.

El día de hoy me realicé unos estudios, que hasta el momento los consideraré como de rutina, los cuales implicaban ser atendido por un especialista en el tema que en estos momentos que acongoja. Estoy hablando de un especialista -o eso me hicieron creer- no de una enfermera -con todo respeto, pues me han mostrado que su labor es ardua- no un camillero -de ellos no sé nada... pero seguro le echan ganas- no un pasante, no un recién salido de la carrera de medicina, NO, era un "especialista".
La cosa es, cuando estaba a punto de comenzar la prueba me tomó mis datos, y para empezar mi nombre... He aquí lo sucedido:

-¿Cómo se escribe tu nombre? ¿Con /be/ chica o con /be/ grande?
-Con /be/
-Por eso ¿grande o chica?
¡O.o! -Con /be/ de bonito
-jajajaja... ¿cómo escribes bonito? ¿con /be/ grande o /be/ chica?
*Rayos*... -con /be/ grande
-¡ah, ok!... ¿Baruc con C o con K? (Mi nombre es Baruc)
*¡¡¡CARAJOOOOOOOOO!!!*


Vamos, que no estoy criticando ni su actitud, ni su trabajo; si hubiera querido escribir bien hubiera estudiado otra cosa... creo. Pero pensar en que una persona de tal nivel te diga, hoy en día, be chica o grande aún a sabiendas de que sabes la diferencia entre /be/ y /uve/, me saca ronchas.

*Suena música, Play Him Off*

2 oct 2011

Sin razón ni despedida:


Quedaremos en la herida que dejó el último abrazo y en el vino que en los vasos sabe a rumbo y despedida. Con la sangre dividida, me pregunto y adivino, ¿no será nuestro destino más que andar y andar dejando huellas en el alma, cuando un adiós dicta el camino? Llevaremos la pesada carga de los sentimientos, como lágrima en el viento, como sombra en la mirada. Tanto hay que decir que nada nos diremos, por si acaso, y a la luz de un triste ocaso, simulando fortaleza, marcharemos con tristeza en cada uno de los pasos.

Yayo González

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