25 oct 2010

Esa es una esquina.

Era como cualquier otra cosa, sin pro, sin pre, un sinfín de ideas que podían inundar mi mente, y sin expresión, sin emoción, sin nada que me arrastrara hasta el fondo de un objetivo claro.

Era como el berrinche de la mujer no complacida, la existencia era parte de mi ser, mientras que la realidad era otra. Aparentemente no todo era como lo creía, pues alguien sabía sobre mí, sobre lo que iba a hacer e incluso sobre lo que pensaba.

Continuaba sin ningún problema que fuera de gran esfuerzo su respuesta, la vida seguía y yo a su vez escribía como si el teclado fuera otro gran instrumento musical. Una coma por aquí, una acento por allá, la tilde que no falte, y que mi verosimilitud no se pierda. Do, do, do, re, re, re, consonante, vocal, la pieza de arte que superaría a la sordera, aquella que haría reaccionar los sentidos más esenciales, los ciegos verían y los mudos… los mudos intentaría expresarse por medio de sus emociones, más allá de sus señas ya establecidas.

La gente veía mi grandeza, todos entendían lo que esto significaba, al fin alguien había encontrado la cura para su mal, para sus desdichas. La música en mi prosa, la pintura en mis grafos, era el arte perfecto para aquellos que aún no sentían la energía de mi tinta de computadora en un pedazo de papel.

Vamos mis sigue grafos, interpreten, analicen, critíquenme y devórenme con su experiencia, den alimento a mi trabajo que quiero conocer la verdad de lo que temo pueda ser mentira-Gritaba con cada línea, con cada imagen, con cada conjunto de sonidos armoniosos que tú llamas palabras- orgasmos de la escritura, sentimientos, no de la nación, ¡Del mundo entero!

Al fin encontré la cura, aún y cuando creían en otros que jamás dieron frutos y yo, sin embargo, encontré la manera, el camino perfecto a la vida que le corresponde, la paz y la función del trabajo en equipo, equilibrio perfecto, nada de mente y corazón. La idea va más allá, bueno no tanto –decía mientras me daba cuenta que los demás se perdían con su vista en el infinito- ¿lo ven?, es claro y perfecto.

La mañana que me di cuenta de que todos se habían ido a aquel mejor lugar fue un cambio emocional entre la verdad y la mentira que me correspondía. Yo fui el creador de donde ahora están ustedes, pero para entonces la pregunta era, ¿yo?

Jamás creí que pasaría, la inspiración debería tener un costo, su impuesto bien especificado y en la televisión verla como algo que hay que servirse con control. ¿Qué sería esto entonces? Entiendo que las risas no se apagan, pero la verdad es que no escucho nada.

Hace frío y ni siquiera es invierno, el frotar la piel no es como lo era antes, ya no me sirve de nada, para qué continuar si al final los grandes quedamos aquí, justo donde nadie te oye y sólo te ven cuando la hora de comer ha llegado. Es mi espacio personal, lo sé, pero qué fin tienen estas tres paredes si al final yo sé que existe la perfección que yo mismo he creado haya afuera.

Jajaja, estúpidos, creen poder detenerme, mientras siga escribiendo, jamás entenderán mi poder, poco a poco pierdo mi camino pero aún así estoy feliz, yo y mis otros, a aquellos que disfrutaron junto conmigo aquí en mi ser. Todos terminaron diciendo que me pasaba algo y que al final mi objetivo sería aquí. No, no, no, jamás entendieron que al final, sólo estamos aquí a los que consideran peligrosos para la sociedad. Pero no sólo como una máquina perfecta de engranajes, sino a la realidad que podía cambiar a esos engranajes, únicos y de oro.

Sala 33. Paciente varón, estatura 1.62 de tés morena aparente caso de explotación craneal de razones desconocidas. Comenzamos con apertura torácica terminada en uve. El paciente conserva un color violeta en las venas, órganos vitales en buena condición, hombre sano aparentemente. Se muestra un objeto extraño en su interior de un color muy llamativo, las condiciones no son propias para seguir, el cuerpo corresponde a ser entregado en un estado de cuarentena.

Y al final, no era sólo yo.


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